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La instrumentalización de la infancia en la República Democrática del Congo

18 de abril de 2025
Autor: Emmanuel Ikwuegbu

La reciente escalada del conflicto en el este de la República Democrática del Congo deja más de 8.000 violaciones graves contra los derechos de la infancia por parte de todas las fuerzas involucradas, según datos del informe del Secretario General de la ONU. Entre estas violaciones graves, se encuentran los abusos sexuales, el reclutamiento o secuestro y asesinato de niños y niñas congoleñas

El conflicto actual de la República Democrática del Congo no se entendería sin la ofensiva del grupo armado M23 (Movimiento 23 de Marzo o Mouvement du 23-Mars) comenzada en 2021 que, a día de hoy, ha conquistado ciudades tan importantes como Goma o Bukavu, en la región este de la República Democrática del Congo (actuales provincias de Kivu Norte y Sur). La importancia de esta región no solo viene de su alta densidad demográfica, sino también por ser centro de la extracción de minerales como el coltán, elementales para la fabricación de tecnología y aparatos electrónicos.

Este grupo armado ha supuesto un zarandeo al auténtico avispero que es considerado la región este de la RDC, donde habitan más de 120 grupos armados con sus propios objetivos, intereses e ideologías, que se alzan contra el M23 pero también contra las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (las FARDC, el ejército estatal) que los combaten. El centro de este conflicto ha dejado una estela de destrucción que, si bien deja a la población civil completamente desprotegida, afecta especialmente a la infancia de la RDC.

Es preciso recordar que, si bien el conflicto ha sufrido una nueva escalada en los últimos años, este no deja de ser el mismo que lleva en activo desde la Segunda Guerra del Congo (acabada, en teoría, en el año 2003). Los actores del conflicto pueden ser distintos, pero el fondo es el mismo: la ocupación de un territorio increíblemente rico en minerales clave para la industria mundial, que explota las contradicciones de las dinámicas coloniales a las que se ha visto sujeta la población congoleña.

Una infancia desgarrada por la violencia

"Los niños y niñas del este de la República Democrática del Congo están cada vez más expuestos a violencia sexual, secuestros y reclutamiento en grupos armados" - declaración de Catherine Russell, Directora Ejecutiva de UNICEF  

Tal y como expresa la Directora Ejectuvia de UNICEF Catherine Russell, los niños y niñas de la RDC están viendo cómo su infancia es completamente instrumentalizada. En este sentido, los informes del Secretario General de la ONU en relación a los niños y niñas en los conflictos armados, desvelan cómo la instrumentalización de estos menores pasa por todos los ámbitos relativos al conflicto. 

El reclutamiento directo de menores es la estrategia más utilizada por las partes del conflicto. Entre 2012 y 2024, se reclutaron más de 8.500 niños y niñas en todo el país. Los reclutamientos se hacen especialmente intensos en los momentos de mayor fragilidad política como en la ofensiva actual del M23 o cuando, a finales de 2016, el por aquel entonces presidente Kabila intentó postergar su mandato retrasando las elecciones generales hasta 2018. 

A estas cifras debemos añadir los altos números de secuestros que se dan por toda la RDC, de características similares a las del reclutamiento, pero siendo su número menor. Sin embargo, tal y como reflejan los informes citados, el aumento de esta práctica se da cada vez con mayor frecuencia. De hecho, esta horrible actividad no solo involucra a niños y niñas congoleñas, sino también a otros de países vecinos como Ruanda, Uganda, Sudán o la República Centroafricana. Los datos más graves, como los de 2013 (año de la primera desintegración del M23), muestran que alrededor de 268 menores fueron llevados a la RDC desde un origen desconocido. Estas cifras plantean cuestiones importantes acerca de la posible existencia de redes de tráfico, secuestros y distintas mafias que pueden estar operando y alimentándose de los conflictos de África Central.

La infancia en el conflicto: explotación militar, económica y sexual

En todos estos casos, la función principal de los niños suele ser la de participar activamente en el conflicto como soldados, ya sea de un bando o de otro. Sin embargo, no es la única labor que ocupan, ya que también se encuentran en posiciones de apoyo y cuidados dentro de los grupos armados. Trabajos como espías, carteros, mensajeros y cocineros son los más comunes de los que se asocian. También se ocupan de la extracción de los minerales que alimentan el conflicto. Allí, los niños son utilizados como mineros para extraer minerales como coltán, oro o cobalto, que luego son vendidos en los mercados globales a través del contrabando. Su baja estatura resulta muy útil para los grupos armados, ya que pueden trabajar mejor en las minas sin enfrentar muchos de los riesgos que tendría un adulto.

La distinción de género se hace mucho más palpable cuando hablamos de los roles dentro del conflicto ya que las niñas también son muy utilizadas. Generalmente, son obligadas a casarse con los comandantes de las diferentes milicias, pero también son usadas como esclavas sexuales. Esta situación provoca un abuso sexual masivo contra ellas, destruyendo su infancia, causándoles heridas en sus genitales o contagiándolas de enfermedades de transmisión sexual como el VIH. Tal y como explica la periodista y activista Sylvie Luzala en un artículo para Yemayá Revista, las mujeres y sus cuerpos están profundamente instrumentalizados como armas de guerra. Los grupos armados las usan para debilitar a las comunidades por medio de violaciones y secuestros a gran escala, dejando a familias sin madres, hijas o hermanas. Su falta provoca el horror, haciendo a estas comunidades menos susceptibles a enfrentarse a los grupos armados por miedo a tales represalias.

"Si las mujeres vuelven directamente a los pueblos después de haber sufrido una agresión sexual, saben que la población estará muy debilitada por el estigma. Y si las secuestran, las convertirán en sus esclavas"

Instrumentalización por todas las partes del conflicto

En cuanto a los grupos que disponen de los niños dentro de sus filas, destacan principalmente milicias armadas o los grupos guerrilleros, entre los que destacan los grupos Mai-Mai (antiguos grupos nacionalistas de defensa comunitaria nacidos en las guerras congoleñas de los años 90), las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (hutus en suelo congoleño acusados de ser los responsables del genocidio de Ruanda de 1994 y que suelen tener alianzas con las FARDC para contra el M23), y el propio M23. Sin embargo, lejos de lo que pueda parecer, las fuerzas de Kinshasa no están libres de haber hecho uso de niños para enfrentarse a estos grupos armados. No fue hasta 2017 que la ONU retiró a las FARDC de la lista de fuerzas estatales que hacen uso de niños soldado por medio de un Plan de Acción que pretendía realizar formaciones en derechos humanos para el ejército, especialmente en lo relativo a los niños. Sin embargo, según los últimos informes de octubre de 2024, tanto las FARDC como la Policía Nacional Congolesa, fueron responsables de al menos 170 casos de violencia sexual contra niños y niñas congoleñas.

“La violencia sexual sigue siendo la violación más atribuida a las fuerzas armadas y de seguridad gubernamentales, con 109 casos registrados, seguida de la muerte y mutilación de menores, con 60 casos” - informe del Secretario General del Consejo de Seguridad de la ONU (octubre 2024)

¿Por qué hay tanta predilección por la infancia en el conflicto?

En primer lugar, es importante advertir que el país africano no es solo joven en su andadura como país independiente, sino también en términos demográficos. Con una población de más de 77 millones de personas, en torno al 43% de la población tiene menos de 15 años. Este altísimo porcentaje de menores y adolescentes refleja la enorme cantidad de población no activa y dependiente del país, que puede caer con facilidad bajo el control de los grupos armados.

Las formas de precipitarse hacia la abducción de estos grupos armados están en la naturaleza misma del conflicto. La violencia que se vive en el este de la RDC desestructura ciudades, pueblos y familias. La pérdida de los progenitores y la inseguridad derivada de la orfandad en mitad de un conflicto, permite a los grupos armados tener muchas facilidades a la hora de captar nuevos reclutas. En este sentido, no es solo la necesidad de búsqueda de ciertos niveles de seguridad física, sino también de la capacidad de ganar un sustento económico con el que mantenerse a sí mismos y a otros miembros de la familia. Muchos de los niños que participan de los grupos armados están completamente alienados, ya que han hecho de la violencia la única forma de vida que conocen.

Y es que las razones por las que participar en un grupo armado no son meramente por obligación impuesta, devenida del secuestro o el reclutamiento forzoso. La cantidad de razones crece en número y complejidad cuando atendemos a los supuestos económicos, sociales, étnicos o políticos, dejando un panorama muy difícil de analizar en muchos casos. 

¿Un conflicto sin fin?

A pesar de la profundidad del conflicto, es importante recordar las estrategias de resiliencia que encontramos en el país. Las más institucionales vienen dadas por la alianza entre el gobierno y la ONU, con el ya citado Plan de Acción, los programas de formación y sensibilización de líderes comunitarios o la Ley de Protección de niños en la República Democrática del Congo en 2012. Por otro lado, la sociedad civil congoleña hace clara denuncia de la situación por medio de organizaciones como LUCHA que, además de ser un altavoz internacional, ayudan a crear redes de apoyo a través de unos militantes muy bien formados y unas estrategias enfocadas hacia lo local.

Uno de los resultados más destacados viene dado por la liberación de más de 1.300 niños en 2024, reintegrándose gracias a la inclusión sostenible en comunidades y las prestaciones económicas, sociales o psicológicas.

La actualidad en la región de los Grandes Lagos no advierte noticias alentadoras. El avance del M23 seguido de los planes de retirada de fuerzas internacionales (como las fuerzas de la misión de la Comunidad de Desarrollo de África Austral o la retirada gradual de la Misión de Estabilización de la Organización de las Naciones Unidas en el Congo, MONUSCO) no dejan un panorama muy alentador. Sin embargo, la esperanza se halla en que, dado un hipotético fin, los y las congoleñas puedan disponer de una serie de herramientas aprendidas durante los años para poder establecer la seguridad en el corazón de África.

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