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El reto de ser periodista y mujer en la asediada Gaza

9 de juliol de 2024
Youmna el Sayed durante la cobertura de la guerra en Gaza. | Youmna el Sayed

Mientras sufren los ataques israelíes y la hambruna, estas periodistas palestinas continúan trabajando a la vez que tratan de proteger a sus familias

Beirut

De sus días en Gaza, Youmna el Sayed tiene recuerdos distintos. De los que ha vivido en sus últimos meses allí, bajo las bombas, el hambre y el agotamiento, no podrá deshacerse. Pero, ahora, semanas después de abandonar su hogar y cruzar la frontera egípcia en busca de seguridad, hay una sensación que aún la acompaña. Es un reproche del que le cuesta zafarse. Youmna es madre de cuatro hijos. No solo eso. Youmna es, además, periodista. En concreto, era la corresponsal del canal en inglés de Al Jazeera en la Franja. Mientras trabajaba, su cabeza estaba en casa con sus pequeños. Cuando llegaba a su hogar, pensaba en todas esas historias sobre las que no estaba informando. Aún hoy, Youmna recuerda con nitidez esa doble pulsión que dominaba sus días. Esas dos guerras en una misma batalla. 

“A mis colegas hombres eso no les pasa”, cuenta El Sayed desde El Cairo a Yemayá Revista. “Los hombres se pasan todo el día informando y se van a casa un par de horas a descansar, pero una mujer periodista siempre está preocupada por sus hijos, por su hogar, por quién dejó atrás y cuando ella regresa a casa, no va a descansar: va a hacer de madre”, recuerda. Así lo vivió desde el primer día del conflicto, igual que la mayoría de sus compañeras, forzadas a combinar su trabajo como periodista y su rol maternal. Los hijos de Youmna, algunos ya preadolescentes, entendían la importancia de su profesión y no le reprochaban nada. “Les afectó mucho mentalmente así que no puedo descuidarlo”, dice, aún con esa sensación punzante en el pecho.

Hace semanas que Youmna y su familia lograron abandonar Gaza pero ella, comunicadora por naturaleza, no ha dejado de hablar de sus días allí. No lo olvidará nunca. Ni tampoco del calvario que dejó atrás, porque es el de decenas de periodistas que aún resisten informando sobre las masacres contra su propio pueblo, que ya se han llevado por delante a más de 37.200 vidas palestinas. Entre ellas, las de más de un centenar de periodistas. Además, la prohibición de entrada a la Franja a la prensa extranjera por parte de Israel ha añadido una nueva capa de responsabilidad sobre los y las periodistas gazatíes. “Son la única ventana para que el mundo vea lo que está sucediendo en Gaza”, constata El Sayed. “Pero ha sido muy difícil para los periodistas palestinos cubrir esta guerra, porque es una guerra contra toda la población palestina que vive en la Franja, incluidos los propios periodistas como residentes y civiles allí”, añade.

Youmna es madre de cuatro hijos. No solo eso. Youmna es, además, periodista. En concreto, era la corresponsal del canal en inglés de Al Jazeera en la Franja

“Sin ellos, sin su esfuerzo, no sabríamos en absoluto qué está pasando en Gaza”, destaca Dima Hamdan, gestora de la Red de Periodistas Marie Colvin. Esta organización, que lleva por nombre a la periodista del Sunday Times asesinada en Siria en el 2012, se dedica a apoyar a mujeres periodistas árabes. En la Franja de Gaza, cuenta con una docena de colaboradoras, que son “nuestros ojos y oídos en uno de los conflictos más importantes que ocurren actualmente”.  “Son a la vez periodistas y las mismas historias, porque son palestinas que están luchando y que han sufrido muchas pérdidas”, constata Hamdan. “Algunas hace meses que no ven a sus familias; a todas ellas les han destruido sus casas y viven en tiendas de campaña mientras continúan informando y documentando”, dice a Yemayá Revista.

Desde el primer día de guerra, aquel 7 de octubre marcado por las masacres de Hamás contra las comunidades fronterizas de Israel, en los que murieron 1.139 israelíes, los y las periodistas han estado bajo el radar del Ejército hebreo. El Comité de Protección de Periodista (CPJ) denuncia que, a 25 de junio, al menos 108 periodistas y trabajadores de los medios de comunicación habían muerto en Gaza en estos ocho meses de guerra. Ya es el período más mortífero para los periodistas desde que el CPJ comenzó a recopilar datos en 1992. “Desde el 7 de octubre, las fuerzas y autoridades israelíes han intentado imponer como sea un apagón mediático en la Franja de Gaza”, constata Jonathan Dagher, jefe de la sección de Oriente Medio de Reporteros sin Fronteras (RSF).

Youmna el Sayed durante un directo con Al Jazeera. | Cedida

La primera arma para lograrlo es la violencia: matar a periodistas es la forma más eficaz que Israel ha empleado para silenciar a la prensa, pero no solo eso”, explica Dagher a Yemayá Revista. “Hemos visto cómo los periodistas eran heridos, cómo los ataques mataban a sus familiares y amigos, cómo sus casas eran destruidas y han tenido que evacuar forzosamente”, enumera sin detenerse a respirar. “Ha habido una destrucción sistémica de la infraestructura de los medios, con oficinas de medios parcialmente destruidas, cortes de combustible, cortes de conexión a Internet que les impiden tener acceso al mundo exterior”, continúa en un infinito y desgarrador etcétera. Aunque algunos de estos profesionales han optado por abandonar el enclave para proteger su seguridad y la de sus familias, decenas de ellos siguen allí informándonos sobre su propia masacre.

Más allá de ser un objetivo de los ataques, los periodistas gazatíes, como civiles habitantes de la Franja, continúan enfrentándose a otro tipo de violencia, a la violencia de la ausencia. El bloqueo por parte de Israel, que controla todas las fronteras selladas de Gaza, ha dejado a los 2,3 millones de palestinos y palestinas del enclave sin agua, sin comida, sin medicinas, sin electricidad, y sin otro eternizado etcétera de recursos para satisfacer sus necesidades básicas. Además, los ataques sistemáticos contra los centros médicos han dejado a Gaza sin hospitales a pleno rendimiento, condenando a los heridos y los pacientes crónicos a una lenta muerte. “La violencia añadida hacia las mujeres se debe a la grave falta de saneamiento, y la ausencia de materiales higiénicos”, denuncia Hamdan.

Otro colega periodista y yo podemos trabajar durante muchas horas sin dormir ni comer bien, pero yo tengo la menstruación, y él no, así que tengo más cosas que afectan a mi cuerpo psicológica y físicamente”, constata El Sayed. “No podemos pasar por alto el hecho de que, aunque las mujeres hacen todo y nos esforzamos hasta el extremo, el cuerpo de una mujer tiene limitaciones diferentes al de un hombre”, explica la que fue la voz, los ojos y el rostro del canal en inglés de Al Jazeera. Por eso, las periodistas de Gaza llevan ocho meses librando una doble guerra. “Todos estos trágicos sufrimientos y desafíos por los que las periodistas pasamos no son ni siquiera tenidos en cuenta por la sociedad, ni por el espectador al otro lado de la pantalla”, apunta.

Más allá de ser un objetivo de los ataques, los periodistas gazatíes, como civiles habitantes de la Franja, continúan enfrentándose a otro tipo de violencia, a la violencia de la ausencia

Al vivir esta otra guerra en su propia piel, las periodistas gazatíes ponen el foco donde nadie más lo ponía. El Sayed, por ejemplo, fue la primera corresponsal en hablar de la escasez de productos menstruales. “Ya llevábamos dos meses de agresión y la mayoría de nosotras, como mujeres periodistas, necesitábamos suministros y materiales menstruales, y no había nada de eso”, explica. “Las mujeres tuvimos que recurrir a otras alternativas que o son poco saludables o antihigiénicas, o tener que soportar ese dolor, el dolor a través de tus ciclos menstruales, sin poder tomar ningún analgésico mientras trabajabas al mismo tiempo”, recuerda. Después de su reportaje en el canal qatarí, los pocos camiones que entraban al enclave con ayuda humanitaria empezaron a incluir estos productos específicos para mujeres.

“Gaza no deja de demostrarnos la importancia del poder de tener periodistas sobre el terreno, y periodistas locales que hagan una cobertura como la que están haciendo estas mujeres”, subraya Hamdan, poniendo en duda los conceptos de imparcialidad y objetividad en un contexto tan atroz. “¿Tiene que ser contado por un estadounidense que venga de fuera para que le den el sello de calidad? ¿No es suficiente la palabra de la población palestina?”, se pregunta Dima, gestora de la Red de Periodistas Marie Colvin. Organizaciones como RSF y CPJ pretenden llevar a Israel a los tribunales internacionales con acusaciones de crímenes de guerra por sus ataques de precisión contra los periodistas en Gaza. Muchos de ellos fueron atacados mientras realizaban su trabajo e iban correctamente identificados con el chaleco y el casco.

Pero la mayoría de estos periodistas ya no confían en estas instituciones globales, ni tampoco en sus colegas. “Los periodistas extranjeros no sólo han abandonado su derecho a entrar en la Franja de Gaza y luchar por su derecho a informar desde dentro, sino que también han buscado otras excusas para no apoyar nuestra narrativa ni lo que les hemos proporcionado como periodistas palestinos para exponer estos hechos y realidades e informar sobre ellas a sus audiencias en sus países”, denuncia El Sayed, expresando su ‘rabia’ y su ‘decepción’ hacia la comunidad internacional. “Todos esos sermones por la falta de libertad de prensa en Oriente Próximo que llevan años dándonos han acabado por demostrar su doble rasero al aplicar ese mismo estándar que denuncian”, concluye la periodista gazatí. “¿De qué sirven todas esas leyes internacionales humanitarias que pregonáis si no pueden detener la tragedia que está ocurriendo ahora?”, reprocha El Sayed. “No quiero que vengas, después de que lo haya perdido todo, a imponer sanciones al perpetrador; eso es inútil”, sentencia.

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