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«La oligarquía guatemalteca tiene miedo de nuestra propuesta política»

16 de abril de 2023
Thelma Cabrera, activista indígena guatemalteca. | Carlos Sebastian

Thelma Cabrera es una mujer indígena del pueblo maia mam. Involucrada desde hace más de tres décadas en las luchas sociales de Guatemala, este junio tenía intenciones de presentarse por segunda vez a las elecciones presidenciales de la mano del Movimiento por la Liberación de los Pueblos (MLP).

Desde su creación como movimiento, han sufrido asesinatos, acoso y criminalización. Aun así, tienen su horizonte político muy claro: la construcción del “buen vivir” –la propuesta política que recoge la cosmovisión de los pueblos indígenas–, la nacionalización de los sectores energéticos y el impulso del Proceso de Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional. El último capítulo de esta historia de persecución política está presidido nuevamente, tal como afirma Cabrera, “por las oligarquías y las mafias que gobiernan el país”. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Guatemala ha rechazado la inscripción de la candidatura conjunta de Cabrera con Jordán Rodas, exprocurador de derechos humanos –un tipo de defensor del pueblo que procura por el cumplimiento de los derechos al país–, en el que la mayoría de analistas consideran un fraude electoral anticipado. Ante este golpe a la democracia, Cabrera se encuentra estos días en el Parlamento Europeo denunciando el caso, después de haberlo hecho a Washington ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Mientras tanto, las bases del MLP con el apoyo otros movimientos sociales, continúan reclamando justicia en las calles de Guatemala cada día.

Tu niñez y juventud estuvieron marcadas por el conflicto bélico. ¿Cómo te marcó en el ámbito personal y político?

El conflicto interno provocó mucha tristeza, muchos niños quedaron huérfanos y muchas mujeres fueron violentadas, y supuso el empobrecimiento de las comunidades. Vimos como arrasaron con comunidades enteras. Desde pequeños llevamos dentro del sufrimiento de los pueblos: hemos trabajado en fincas donde nos explotan como mano de obra barata, nos han excluido de nuestras tierras y hemos sido vetados al acceso de nuestros derechos como pueblos originarios. Como comunidades, todo esto marcó nuestras vidas por siempre jamás. Ante la explotación y la desigualdad que vivimos los pueblos más empobrecidos del sur de Guatemala, sentí la necesidad de implicarme políticamente y luchar por nuestros derechos.

¿Cuál fue tu trayectoria antes de ser candidata a las elecciones presidenciales?

Empecé a organizarme políticamente en 1992 en la lucha por la tierra y por los salarios dignos de los campesinos. Conocí el Comité de Desarrollo Campesino (CODECA) aquel mismo año, y siempre he participado, principalmente en la organización de las mujeres. Hemos sufrido un abandono por parte del gobierno central, de aquí la desconfianza que sentimos hacia las instituciones, porque responden a los intereses de los patrones. Por este motivo las comunidades nos organizamos para resistir.

“Ante la carencia de atención de todas las demandas que tenemos como pueblos originarios, asambleariamente, las comunidades se organizaron y decidieron construir el instrumento político del MLP”

¿Cómo valoras la evolución de la población indígena, y especialmente de las mujeres, dos décadas después de la firma de los acuerdos de paz?

Después de los acuerdos de paz, la organización y la participación de la población indígena y de las mujeres se fortaleció. Pero en el ámbito económico en vez de mejorar nuestras condiciones empeoraron, porque lo único que hicieron fue implementar la privatización de todas las estructuras del país. Hubo un momento que nos dimos cuenta de la necesidad de construir un instrumento político. Ante la carencia de atención de todas las demandas que tenemos como pueblos originarios, asambleariamente, las comunidades se organizaron y decidieron construir el instrumento político del MLP. Nosotros no somos un partido político, sino un instrumento. No tenemos el objetivo de ser funcionarios del Estado, nuestro horizonte político va más allá.

Es difícil ser una mujer indígena y hacer política en Guatemala. ¿Qué importancia cree que tiene para el país y la sociedad guatemalteca que se presente como presidenciable una mujer indígena?

Definitivamente, las mujeres indígenas que venimos de los pueblos estamos mucho más discriminadas, se nos discrimina mucho más que a las personas mestizas. Aun así, nuestra participación como mujeres es importante para ejercer nuestros derechos. No lo dejaremos de hacer ante el papel de un estado fallido y corrupto que quiere vetar nuestros derechos como pueblas indígenas.

¿Cuáles consideras que son los principales problemas que vive el país y las necesidades más relevantes de la población?

En Guatemala tenemos un problema estructural con la carencia de tierras, salarios dignos, la salud, la educación… Todo está colapsado. Hay un problema de raíz. La madre Tierra ha sido acaparada y contaminada, y esto nos tiene a todos enfermos. Nuestro horizonte se encuentra en la construcción del buen vivir y al generar cambios estructurales a través del proceso de Asamblea Constituyente popular y plurinacional.

Una Asamblea Plurinacional Constituyente… ¿con qué objetivo?

A pesar de que la actual Constitución recoge algún artículo sobre los derechos de los pueblos en el ámbito teórico, en la práctica, es inexistente, no se refleja su participación. Después de más de 200 años de ser gobernados por la supuesta república, nunca hemos visto cambios en el país. Por este motivo, una de nuestras propuestas es impulsar la Asamblea Plurinacional Constituyente y popular, con la que queremos aglutinar todas las demandas de la población. Con este instrumento, lo que pretendemos es hacer cambios estructurales y redactar una nueva constitución política que sea originaria y de los pueblos.

“Dentro del marco de los acuerdos de paz hubo mucha cooperación internacional que se acomodó, y esto no ayuda a cambiar los problemas estructurales que tenemos en el país”

En anteriores entrevistas has sido muy crítica con las ONG y el trabajo de la cooperación en Guatemala. ¿Qué papel han tenido estas organizaciones desde la firma de los acuerdos de paz?

Las cosas por su nombre. En Guatemala hay muchas ONG que imponen la agenda al resto de organizaciones. Promueven proyectos de asistencialismo y los pueblos tenemos que dejar de banda nuestra agenda y lo que sucede en nuestro alrededor para atender esta política que marcan ellos. Yo no estoy en contra de las ONG, pero estas también tienen que actuar para ayudar a la población en busca de la justicia y no trabajar solo en el asistencialismo. Dentro del marco de los acuerdos de paz hubo mucha cooperación internacional que se acomodó, y esto no ayuda a cambiar los problemas estructurales que tenemos en el país. Muchas veces he escuchado “si doy la cara, no hay dinero”. No buscan el bien común, solo miran por ellos. Por ejemplo, las ONG hacen un trabajo de preparación con las mujeres para que defiendan sus derechos, pero desde la cosmovisión creemos que se tiene que buscar el equilibrio, el apoyo mutuo, el respeto entre hombres y mujeres para poder construir una Guatemala diferente.

Tu camino para llegar hasta aquí no ha estado fácil. ¿Nos podrías explicar la persecución que habéis sufrido el movimiento y tú misma en los últimos años?

Desde el año 2018, llevamos ya 26 defensores y defensoras de los derechos humanos asesinados. Además, sufrimos acoso, encarcelamiento, difamación y estigmatización. Esta persecución proviene del mismo estado fallido y de sus estructuras criminales. Durante la campaña electoral, los ataques machistas, racistas y clasistas hacia mí son constantes. ¿Por qué una mujer, trabajadora del hogar, una mujer que no tiene títulos no puede participar en política? Nos atacan porque dicen que no nos expresamos bien, que no tenemos capacidad de gobernar un país. Pero nosotros conocemos la realidad en la cual viven nuestros pueblos, y creemos en la capacidad que esto es posible. Los pobres y los empobrecidos sabemos gobernar el poco que tenemos.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) decidió a finales de enero declarar como “improcedente” la inscripción de tu binomio presidencial. ¿Por qué?

No nos sorprende nada el papel que ha tenido el TSE, en Guatemala estamos acostumbrados al hecho que las instituciones del Estado estén cooptadas y respondan a los intereses de las oligarquías. Es un fraude electoral que se está orquestando en nuestro país. Como pueblos, pensamos que la no inscripción del MLP es a causa del miedo que la oligarquía tiene a nuestra propuesta política.

¿Tienes esperanzas que finalmente se puedan presentar a las elecciones?

Nosotros no tenemos ansias de ser funcionarios, porque nuestra lucha va más allá. Nuestras luchas no se reducen a las elecciones, cuando pasan las elecciones nuestras luchas continúan. Por lo tanto, no es un tema que nos haga perder el sueño. Sea cual sea la respuesta de la oligarquía, del sistema capitalista, del estado fallido que opera a través del TSE y la Corte de Constitucionalidad, nosotros continuaremos luchando, construyendo caminos por esa Guatemala diferente. Pase lo que pase a las elecciones, continuaremos luchando como pueblos empobrecidos para conseguir una Asamblea Constituyente popular y plurinacional y por el buen vivir.

Texto originalmente publicado en catalán en La Directa

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