Arguineguín, históricamente pueblo pesquero al sur de Gran Canaria. Ahora, lugar de vergüenza y no derecho.
Si nos remontamos unos meses atrás, la foto del muelle de Arguineguín era de centenares de personas hacinadas. De agosto a noviembre la llegada de cayucos a bordo de menores, mujeres y hombres de origen magrebí y subsahariano fue constante. Sin duchas, con poca ropa de recambio y comiendo 3 bocadillos al día durante semanas. Según ha descrito el juez del CIE de Barranco Seco, Arcadio Diaz Tejera, la traducción de una política de “recogida” fallida que, siguiendo el ejemplo griego, ha utilizado las islas como marco de contención de los migrantes.
Ni cárcel ni tumba. Este es el lema que vemos estampado en camisetas, pancartas y carteles a un lado y al otro por calles y rincones de Gran Canaria: el paseo de Las Canteras, el Cementerio de San Sebastián, el aeropuerto, y también el muelle de Arguineguín, o como ya es conocido “muelle de la vergüenza”. A lo largo de una semana decenas de activistas de distintos lados de la península y el archipiélago canario se han unido para dar pie a la iniciativa Caravana Abriendo Fronteras. “Desde 2016 con la guerra de Siria, había una sensación de que el fenómeno de la migración es un fenómeno global y que teníamos que unir fuerzas para hacer una expresión pública más fuerte de denuncia y de sensibilización.” relata Luisa Menéndez, una de las organizadoras y miembro de la asociación Ongi Etorri.
En esta edición de la caravana, más de 350 activistas han escogido las islas canarias para visibilizar un sistema de contención migratoria basado en la externalización, la militarización de fronteras, y las deportaciones, sin una asistencia legal adecuada. “Migrar a través de la ruta Canaria no es una opción, sino una obligación, porque es la ruta más peligrosa de toda Europa, por eso hoy estamos aquí”, recuerda Luisa. Además, la activista ha querido puntualizar la mirada feminista del movimiento, donde el 70% de la participación son mujeres.
“Somos personas migrantes africanas que hemos llegado a Canarias, a veces por la vía regular pero sobre todo por la vía letal”, apuntaba en el discurso inaugural Soda Niasse. La activista senegalesa hizo hincapié en el hecho de que las mercancías y las materias primas circulan libremente desde sus países, en cambio las personas son sometidas a una violencia sistémica por querer escapar de una pobreza generada por la explotación de recursos que Europa está llevando a cabo en los países del sur:
“En África tenemos mucho que aprender de Europa pero Europa también debe aprender muchas cosas de África. Podemos aprender tanto los unos de los otros, que no puedo entender de dónde sale este odio, o esta ignorancia. La migración, el intercambio, son riqueza.”
Soda llegó a las islas hace dos años, poco antes de que Arguineguín se convirtiera en un lugar de hacinamiento y no derecho. Al ver esto, la activista decidió unirse a la plataforma ciudadana SomosRed, ejemplo de organización entre personas de distintos perfiles y profesiones que, ante la falta de responsabilidad institucional, se unió para proveer de recursos básicos y legales a centenares de personas desplazadas en la isla. “Me identificaba con ellos en su mensaje de que Canarias no es una jaula y nos organizamos para distribuir comida a los cientos de personas que acabaron durmiendo en las playas, pensando en alternativas habitacionales y gestionando su traslado a la península. SomosRed hizo sentir a los migrantes que había humanidad a su lado”, manifiesta con orgullo Soda.
Además de manifestaciones, la Caravana Abriendo Fronteras ha llevado a cabo performances de danza y teatro, y acciones reivindicativas que han ido desde tirar estiércol frente las oficinas de Frontex a empapelar de bulos y noticias falsas la sede del diario La Provincia, entre otras.
Los últimos días la Caravana viajó a Tenerife para una segunda etapa de actividades. Los gritos de “no son muertos, son asesinatos” que clamaban los activistas desde Arguineguín denotaban la rabia de una población hastiada del sistema de la Europa Fortaleza, pero se mezclaban con una sensación augural de que la institución no está praparada para evitar que el muelle de la vergüenza pronto vuelva a violar los derechos de tantos.
Pieza publicada originalmente en Catalunya Plural