Resiliencia en Nea Kavala

El antiguo aeródromo militar, ubicado al norte de la península helénica, acoge el campo de personas refugiadas ‘Nea Kavala’. O «malakamp», como muchos de sus residentes se refieren a él, en un juego de palabras con el insulto más recurrente en griego. En el momento que se tomaron estas fotografías (verano de 2020), el campo albergaba aproximadamente 2.000 personas. La mayoría procedentes de Afganistán, Siria, Congo, Irak y Somalia.
Naden, la pequeña Benafshe, Sheila, Dudu y muchas otras mujeres son las que, a marchas forzadas, llevan el concepto de resiliencia marcado en el ADN. Porque ellas, las que hablan y las que callan, muestran que sus vidas son mucho más que lo que cuentan los relatos de victimización. Ellas encontraron la manera de seguir adelante en sus trayectos.
Las que se quedan

Senegal, 2020. El efecto huída es protagonizado por hombres, en particular aquellos que se dedican a la pesca, una gran mayoría. Durante los 20 días de documentación sobre las consecuencias de la migración masculina en el país, nos dimos cuenta de que el trabajo reproductivo y productivo recaía sobre las mujeres. Ellas son las que se quedan. Cuidan, lavan, madrugan, cocinan y trabajan en el mercado, en duras jornadas que rara vez bajan de las 12 o 13 horas. Sin más opción que la de alimentar, un día más. a la familia.
Frontera sur española

Gran Canaria, 2020. La ruta canaria ha sido históricamente protagonizada por hombres. En 2020, el porcentaje de mujeres era del 5% en verano. En cuestión de meses, llegó al 20%. Embarcaciones casi mixtas, mayoritariamente procedentes de Costa de Marfil, Guinea, Mali, y Nigeria. Esta tendencia ha cambiado la estructura y acogida de las personas migrantes en la frontera sur, donde centros de emergencia se han transformado en recursos integrales para mujeres y niños/as.
La externalización de fronteras, ubicadas cada vez más al sur en territorios como El Aaiún, Dajla, Mauritania y Senegal, aumenta la peligrosidad de las vías por tierra y mar, y expone a las mujeres a caer, muchas veces de manera consciente, en redes de trata. Sin embargo, no frena la migración.